miércoles, 25 de julio de 2018

La magia de los arboles





Cuentan que los druidas  se desempeñaban  como sacerdotes de gran relevancia en la cultura Celta. Estos son renombrados como grandes guerreros en sus tiempos. Sin embargo los druidas desempeñaban un gran rol en la comunidad Celta y eran muy respetados por ello. Poseían una sabiduría innata y una gran conexión con la naturaleza de la cual adquirían todos sus dones. La elaboración de pociones, curaciones, elixires partían de una conexión energética con el cosmos del bosque y de la variedad del medio vegetal.

Los druidas afirmaban que los árboles más antiguos poseían una gran sabiduría y establecían conexiones energéticas con los rayos del sol. Existía una gran comunicación entre ellos por lo que había que dar las gracias por las bendiciones que nos otorgaba la naturaleza. Era realmente un misterio ¿Qué clase de comunicación establecían los árboles con los rayos del sol? ¿Por qué en el amanecer y el atardecer brillaban más las ramas de los árboles? ¿Por qué las hojas de los árboles se levantaban hacia la luz del sol en cada amanecer? Los druidas afirmaban que así como la madre naturaleza daba las gracias por un nuevo día así deberíamos hacerlo nosotros. Hay  tanto que agradecer. La bienvenida de un nuevo día traía tantas alegrías y la naturaleza nos lo recordaba constantemente.

Lamentablemente es poco lo que sabemos acerca de su legado ya que no hay nada escrito acerca de ellos en virtud de que su sabiduría se comunicó  de generación en generación mediante el lenguaje oral. Con el fin de acceder a desempeñarse como druida en las comunidades celtas, estos    tenían que pasar por grandes pruebas y años de estudios.

Los celtas eran muy temerosos de las energías del bosque y por ello respetaban mucho a la comunidad druida y los ubicaban en una alta jerarquía en su contexto social. En aquel tiempo la Tierra todavía era un planeta joven y los seres humanos todavía tenían muchas supersticiones ante los fenómenos de la naturaleza y por ello le daban tanto poder a los Druidas. Sin embargo, ellos les enseñaban a los celtas de la importancia de escuchar la voz de la naturaleza. No había que temerles ya que somos parte de ella. A pesar de ello no se atrevían mucho entrar al bosque cuando la comunidad druida establecía sus asambleas. A veces escuchaban los animales estaban más sobresaltados cuando esos sacerdotes estaban en sus reuniones y creían que establecían sacrificios con el fin de establecer mayor conexión con el cosmos. Sin embargo eran puras conjeturas y no hay nada escrito acerca de ello.

Orlin habitaba en una comunidad Celta cerca de las Galias y con un gran protagonismo en la participación  en el arte de la Guerra. Todos los niños se adiestraban desde pequeños en el uso de las armas y arte de la defensa personal. Sin embargo, Orlin no tenía ningún interés en ello. Le llamaba la atención el bosque y visitar a sus amigos los árboles. Decía que le encantaba percibir sus lucecitas cuando amanecía temprano en la mañana y al atardecer. Los demás niños les parecía un niño muy extraño y no querían compartir con ya que a estos les interesaba establecer otro tipo de juegos.

Su madre se preocupaba mucho por él ¿Por qué tenía que ser tan diferente? La aldea lo va ignorar y no hay algo peor que un celta marginado. Sin embargo, ella veía un potencial en su hijo. Tal vez su camino sea otro y se convierta en uno de esos misteriosos druidas. Sería una ventaja tener un sacerdote en la familia. Aunque poco le gustaban esas raras reuniones que establecía la comunidad de Druidas en el bosque. Se oían muchos sonidos de animales asustados cuando desempeñaban esos ritos paganos.

A escondidas de su madre se adentraba en el bosque a primeras horas de la mañana para percibir esas lindas esferas y luces de colores que se formaban en las ramas de los árboles. Con el tiempo pudo percibir dos fenómenos distintos en la naturaleza. Al amanecer aparecían esas flores de colores en el rocío del agua, y cuando la luz solar se reflejaba en las ramas. Mientras por el otro lado cuando estaba muy feliz y sentía la alegría de los Cedros gigantes, estos le regalaban la presencia de esferas de colores. Eran realmente impactantes todos los secretos que tenía el bosque. Con razón los Druidas eran tan misteriosos. Inclusive podía sentir la presencia y amor de los animales silvestres como si ellos sintiesen el respeto y admiración que sentía él hacia ellos. Era una relación recíproca.
Nadie sabía de sus visitas al bosque por lo menos eso creía él. Un día se distrajo y no se percató del pasar de las horas y uno de los Druidas lo descubrió sentado cerca del Cedro gigante.
-¿Qué haces por aquí muchacho? ¿No sabes que es peligroso? Estamos en época de Luna llena. Pronto celebramos homenaje a Oenach - 
-Me gusta conversar con las lucesitas de los Cedros- dijo Orlin ingenuamente
-Te refieres a las luciérnagas- dijo el Druida sonriendo
- No. Las Lucesitas de colores que aparecen temprano  en la mañana cuando llegan los primeros rayos del sol- dijo al druida arrepintiéndose de darle esa información después. 
- Esa conexion con los Cedros no la tenemos ni nosotros.
- Eso es porque ustedes no los escuchan con el corazón. Además solo los utilizan para preparar las pociones y para esas extrañas ceremonias.
- A través de ellas hemos ayudado siempre a tu comunidad. No seas osado y desagradecido. No te castigare porque solo eres un niño. Ahora vete, antes de que cambie de opinión- dijo el druida furioso.

Orlin se levanto rápidamente y se fue corriendo hacia su aldea. No le gustaba ese druida. No quería a sus amigos los Cedros, solo utilizarlos. Estaba seguro que ni gracias le daba a la naturaleza cuando se beneficiaba de ella. Con razón,las burbujas de colores no se le aparecían.

El muchacho fue al bosque con menos frecuencia sobre todo cuando los Druidas realizaban esas festividades extrañas. Nunca le dijo a su madre nada. Los cánticos molestaban mucho a los arboles. Eran ruidos muy intensos para los sensibles Cedros.

Con el tiempo el muchacho fue creciendo y llego el momento en que los guerreros mas valientes serian elegidos para para participar  en las guerras contra las tropas de Julio Cesar. A el no le interesaban la guerra de las Galias. Por supuesto no fue elegido. No lo veían como un potencial guerrero de su aldea como tampoco participante en viajes por mar.
Sin embargo, Amargan era un un druida mas benevolente. Se le veía la bondad en sus ojos y defendio a Orlin cuando la comunidad Celta lo margino por no estar a la altura de las exigencias de la comunidad. El druida veía un potencial en Orlin. Percibía en el la posibilidad de que se convirtiese en un druida participando activamente en el bosque e iniciándolo en el aprendizaje de su culto. Le parecía  que el muchacho a pesar de su juventud poseía un espíritu sabio. Lo defendio y sugirió ante una asamblea que se iniciara  en el aprendizaje de las enseñanzas druidesas.
Orlin no sabia que decir. Por un lado se sentía alagado. La guerra y la violencia le molestaban sobre manera y no se veía participando en ella pero tampoco quería participar en sus ritos y ceremonias de luna llena. Nunca había olvidado el encuentro con ese druida que tuvo en la infancia.

Nunca le había confesado a Amargan de la vida energética que habitaba en los arboles. Ellos se jactaban que conocían todos los secretos de la naturaleza pero el tenia la empatia con las plantas y por ello podía percibir esa maravillosa vida presente en el medio natural. Orlin fue de gran ayuda a la comunidad druida. Los ayudaba en la preparación de brebajes e ungüentos y conocía cada arbusto como su utilidad para las dolencias.
Siempre se negó a participar en esos ritos. Hablaba previamente  los arboles brindándoles apoyo con el fin de que supieran que ocurría realmente en esos días de luna llena. Los abrazaba con cariño hablándoles en un lenguaje que solo ellos entendían, y entonces las esferas de colores brillaban mas que nunca. Era un sentimiento que ambos compartian.

Amargan siempre respeto al muchacho. No todos los druidas estaban preparados para para partir en los ritos. Estaba seguro de que Orlin tenia u lazo fuerte con las plantas, pero no sabia exactamente en que consistía.

Orlin sabia que no debía ser egoísta. Los arboles les contaban sus secretos, sus alegrías y tristezas, pero temía por ellos, así que no comento nada a nadie. No quería verlos lastimados. Respetaba a los druidas, pero sabia que utilizaban a los arboles para esas ceremonias y quería protegerlos.

El tiempo fue pasando y Orlin se convirtió en uno de los druidas mas respetados de la comunidad. Nunca dejo de apoyar a su aldea, pero siempre escondió el lazo especial que tenia con la naturaleza y su lenguaje en común. Tal vez con el tiempo, la humanidad le dará  mas valor a las plantas y empezara a descubrir la maravillosa vida que habita en cada una de ellas. Era su esperanza.







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