viernes, 17 de agosto de 2018

Lucia y su mundo de maravillas






Lucia nació en un pequeño poblado cerca de la costa en una noche radiante iluminada por brillantes estrellas. Era como si los astros esperaban su llegada a Plata. Desde pequeña la chiquilla fue una niña que irradiaba gran alegría a todos sus familiares y allegados. Su madre decía que su presencia fue siempre una bendición para los suyos.

La niña decía que vivíamos en un mundo de maravillas lleno de tanta magia. Podía percibir el lenguaje de las flores, el susurro del viento, la danza de los colibríes cuando llegaban a primera hora de la mañana a posarse en las flores y las señales que brindaba el sol a primera hora del día.
Se levantaba muy temprano para recibir los primeros rayos del sol. Les decía a sus padres que el astro tenía mucha magia ya que de él provenía  tanta vida y que aparecían en cada amanecer hasta media mañana. Sus padres la escuchaban y creían firmemente que su hija estaba llena de grandes fantasías.  Tal vez a medida que crezca desaparecerían esas ideas pero no ocurrió así.

A medida de que Lucia fue creciendo comprendió que las energías del sol se dejarían ver a la humanidad. Esto preocupaba mucho a la muchacha ¿Cómo reaccionaría la humanidad? ¿Podrían aceptar a sus singulares amigos? El sol tenía muchos hijos. Eran esferas pequeñitas vestidos de llamativos colores y tenían su propio lenguaje. Al principio ella no los comprendía ya que su lenguaje era vibracional y cósmico. Iniciaba  con pequeños zumbidos finalizando con campanillas. Era un deleite escucharlos e irradiaban tanto amor. A medida que ella los fue comprendiendo, ellos se le acercaban cada vez más. Indudablemente eran energías ya que al tocarlos irradiaban cosquillas y a veces un penetrante calor alrededor de su cuerpo. Sin embargo ella no les temía. No eran dañinos. Eran simplemente energías.

Ella nunca había contado a nadie acerca de sus queridos amigos ni siquiera a su mejor amigo Luis. Él la apreciaba mucho e incluso respetaba sus locas ideas acerca de levantarse temprano solamente para ver los colibríes pasar en cada amanecer en su hermoso jardín. Eso le parecía aceptable. Total su abuela lo hacía también en su casa, pero lo que no entendía era porque tenía que madrugar siempre.

Un buen día Luis decidió levantarse temprano y seguir a Lucia sin que ella se percatase. Sentía curiosidad que hacia ella todas las mañanas cerca de la costa de la playa esperando el amanecer. Reconocía  que los amaneceres eran preciosos pero ellos vivían en la costa así que verlos era algo rutinario. ¿Sera que ella veía algo más?  ¿Tendría un enamorado? Luis desecho esa idea. No se imaginaba  a Lucia caminando alrededor de la playa con algún extraño  de madrugada.

Ese día Lucia estaba ensimismada conversando con sus amigos mágicos. Le tenía un nombre a cada uno de ellos.
-Hola Perlita, Hola Escarlata, Hola Azulejo, hola esmeralda y no me olvido de ti pequeñín Violeta-
Las pequeñas esferas se le acercaban levemente a cierta distancia. Les extrañaba mucho esa humana que podía percibirlos y era cariñosa con ellos.
Luis no podía creer lo que estaba viendo. Su amiga se había vuelto loca. ¿Con quién hablaba? ¿Con el sol? Sera que esos paseos a la playa le habían afectado a la cabeza. Salió de su escondite y se dirigió rápidamente a su amiga.
-Hola Lucia ¿Con quién hablas? – pregunto Luis curiosamente.
-¿Qué haces tan temprano por aquí? No eres de los que se levantan temprano- le respondió con desconfianza al verse descubierta.
- Pues cuéntame. No se lo diré a  nadie-
-No sé si confiar en ti. Te podrías asustar-le respondió.
-Miedo yo. Para nada- dijo con seguridad.
Las esferas lo observaban también. Parecía que ese humano era amigo de la muchacha. Tal vez sería inofensivo así que decidieron mostrarse. Total,  Radiante no se había levantado todavía completamente en la mañana y podía estar un poco más cerca de los jóvenes
Las esferas se fueron acercando hasta encontrarse cerca de ellos.
-¿Qué es eso?- dijo Luis retrocediendo.
-Por eso no te quería decir nada. Sabía que te asustarías- dijo Lucia
Luis observo la seguridad de su amiga así que decidió también acercarse. El  nunca había sido miedoso pero claro eso era palabras mayores.
-¿Desde cuándo los ves?- pregunto Luis.
-Todos los días y aparecen cuando amanece. No son bellísimos. Si te permaneces quieto tal vez se atrevan a tocarte-
-No es peligroso- pregunto con desconfianza.
-No seas tonto. Son totalmente amigables-
Luis se sentó al lado de su amiga. Realmente las esferas eran preciosas y emitían un ligero cosquilleo al ser tocados.
-Lucia mira esa no es una esfera. Tiene otra forma. ¡Que bellas!-
-Vaya nunca había aparecido. Debes caerle bien- dijo Lucia en complicidad.
-Parece un polígono y es de un tono azul brillante- dijo Luis.
En un instante aparecieron otras. Estas no eran esferas parecían flores con la diferencia que flotaban sobre el agua a medida de que el sol se levantaba.
-¿Qué es eso? ¿Son flores?- pregunto Luis con sorpresa.
-Podrías decirlo- No podría llamarlo de otra manera.
-Lucia. ¿Qué pasaría si otros lo vieran? – pregunto Luis con curiosidad.
-No quiero ni pensarlo. No todo el mundo está preparado para percibir tanta belleza. Generalmente se asustarían como te ocurrió a ti al principio. La humanidad es muy temerosa a lo que no conoce. Es lamentable que no puedan percibir estas maravillas. Aunque yo sé que empezaran hacerlo-
-¿Por qué dices eso?-
-Porque ya es tiempo- respondió Lucia.
-¿Tiempo de qué? –
-De que la humanidad descubra otras realidades con el fin de que despierte y así se den cuenta de que no somos los únicos que vivimos en el planeta-
-¿Hay otras formas de vida?- pregunto curioso.
- Yo hablaba de ellos pero también son muy sensibles. Perciben el miedo y por supuesto no se le aparecen a todos-
-Y entonces, ¿Qué va ocurrir?-
-No me lo han dicho-
-Se comunican contigo- dijo Luis extrañado.
-No es fácil entenderlo. Yo solo puedo entenderlo escuchando con el corazón. Luis, nuestro mundo tiene tantas maravillas y la gente no se percata todavía de ello. Además creo que va pasar algo y está relacionado con la presencia de las esferas y estos seres luminosos-
-¿Tienes alguna idea de que puede ocurrir?
-No tengo idea. Creo que está relacionado con el despertar masivo de la humanidad-dijo Lucia
-¡Despertar! Ni que estuviésemos encerrados en una burbuja durmiendo- dijo Luis burlonamente.
-Me refiero que va llegar el momento de que las personas van a tener que aprender a convivir mejor unos con otros a pesar de las diferencias. Todos somos únicos y especiales Luis. A ti te gusta el deporte y te encantan los animales. Todos tenemos talentos, pero si no los usamos en beneficio de los demás ¿de qué sirven?-
-Vaya. No sabía que te habías percatado de ello- dijo Luis sorprendido.
-Claro que sí. Sé que te gusta el futbol y cuidas a los animales. Eres de buen corazón, pero un poco flojito. Si te lo propusieras pudieras hacer más por los animales-
-Bueno, todos tenemos defectos y virtudes. Oye, se van. ¿Sera que se asustaron?-
-No tontín. Es por que ya es mas tarde. Ellos solo aparecen temprano en la mañana-
-Y, ¿Se esconden?-
-Generalmente se van resguardando en los árboles. Allí hay bastante energía amorosa-
-¡Energía! ¿De qué hablas?-
-Los arboles irradian mucha energía y a ellas les gusta estar allí. Se sienten muy a gusto en ellos-
-Vaya sabes mucho de ellos-
-Los he visto desde pequeña y me parecieron tan divertidos pero nunca tuve con quien compartir la experiencia- dijo Lucia abrazando a su amigo.
-Bueno esto será nuestro secreto hasta que ellas decidan aparecer a otras personas- dijo el muchacho.

Desde ese instante, se estableció una conexión más fuerte entre los dos. Habían sido amigos desde la infancia pero Luis no conocía esa faceta de Lucia, y realmente le encantaba. Era tan sensible y comprensiva. Con razón las esferas dejaron que las viera desde que era niña.
-Puedo venir otros días acompañarte. La verdad es que es un espectáculo maravilloso-
-Por supuesto- dijo Lucia con entusiasmo.
Desde ese momento, Luis asistía todos los días acompañar a Lucia a ver a las esferas y a los otros seres luminosos, pero también le gustaba su compañía y empezaba a sentir algo especial por ella. Además, él era muy buen dibujante y un día le regalo una bella ilustración detallando en ella como aparecían esos seres luminosos en cada amanecer.
-Es bellísimo. Los detallaste perfectamente- dijo Lucia dándole un beso y un gran abrazo.
-Me alegro que te haya gustado- dijo sonrojándose.
-Eres muy bueno dibujando. Tienes grandes talentos. Deberías aprovecharlos y hacer algo con ellos. Son magníficos dones-
-Estaba pensando que al terminar la secundaria estudiar veterinaria. Siempre es bueno saber diagramar cuando trabajas con animales pero también me gusta mucho el arte. No sé qué elegir-
-Puedes hacer las dos cosas y complementarla una con otra- dijo Lucia.
- ¿Qué hay de ti? ¿Cuáles son tus planes?-
-Yo no me quiero ir lejos. Además si me voy a la ciudad me perdería de la presencia de los ambientes naturales y estos magníficos amaneceres-
-Realmente uno tiene que hacer lo que le hace uno feliz- dijo Luis.
-No tienes que irte muy lejos. A media hora en coche hay una pequeña Universidad. Me parece allí enseňan Letras-
-¿Para qué me serviría?-
-Para escribir acerca de tus experiencias. Eres muy afortunada. El hecho de tener amistad con estos seres luminosos no es una situación ordinaria-
-Es cierto. Soy buena escribiendo, pero muy mala dibujando-
-Yo te podría ayudar con eso, pero para ello hay que formarse- dijo Luis.

Con el tiempo los dos muchachos entraron en la Universidad. Lucia se convirtió en una excelente escritora y escribió libros infantiles y juveniles. Pensó que a esas edades sus ideas llegarían más efectivamente. Era más difícil escribir a adultos. Luis estudio Veterinaria y al final de su carrera volvió a vivir en Plata y colabora en el cuidado de un albergue de animales. Todavía mantiene contacto con Lucia y la ayuda en las ilustraciones de sus historias. Realmente hacían un buen equipo y una bonita pareja pero nunca se había atrevido a expresar sus sentimientos.
Lucia también lo quería mucho pero le pasaba lo mismo. Compartían intereses comunes. Eran idealistas, sensibles y les gustaba servir como ayudar a los demás, pero en el tema del amor no eran muy diestros.

Un día Luis se comunicó con Lucia y le informo que le tenía una sorpresa. Le gustaría que se vieran en un amanecer como hacían antes de jóvenes en la playa. Lucia no lo dudo. Esperaría el fin de semana ya que su amigo trabajaba en un refugio de animales todos los días y solo tenía libre los domingos.
Ese domingo se encontraron en la playa. Lucia respiro la brisa marina y percibió con placer el olor a sal del mar.
-Cuéntame. He contado todos estos días esperando lo que vienes a decirme- dijo sonrojándose.
Luis le entrego un paquete forrado con un papel lila en sus manos.
-Ábrelo. Espero que te guste- dijo con timidez
Lucia lo abrió con avidez. Era un bello libro diagramado a mano con escenas  y descripciones de los fantásticos seres luminosos.
-Sé que no soy muy bueno con crear historias pero espero que te sirvan las ilustraciones-
-¡Que bello y que delicado! ¿Lo hiciste tú mismo? Me encanta dándole un beso y un abrazo efusivo que dejo sorprendido a Luis.
-Nunca pensé que te había impactado las esferas y los otros seres luminosos- dijo Lucia.
-Sabes el Sol es la clave de la presencia de estos seres. Si estos magníficos seres son  amorosos y desean ayudar a la humanidad. Imagínate el espíritu maravilloso que debe representar el sol- dijo Luis pensativo.
-Nunca lo había visto así. Gracias Luis. Es un regalo maravilloso. Es un detalle precioso de tu parte- dijo Lucia,
Ambos se dieron cuenta en ese momento del  profundo sentimiento que sentía uno por el otro y ese amanecer fue testigo del inicio de un gran amor que finalizaría hasta el fin de sus vidas. Ese día el sol se vistió con mucha luz regalándoles la presencia de multitud de esferas de colores. Ambos se sintieron bendecidos por ello. Era como si estos seres luminosos percibieran su alegría y el gran amor que sentían uno por el otro.

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