Santiago desde pequeño había creído
firmemente en que vivimos en un universo mágico. La magia la podemos encontrar
por doquier. Se encuentra en el susurro del viento, la bendición de la lluvia,
el canto de las aves, la diversidad de la vida marina, el amor y la maravillosa
energía de los árboles y el canto a la vida
de los animales hacia sus familias.
El muchacho provenía de una
familia de marineros. Su padre y sus tíos se levantaban en el amanecer a
adentrarse en el mar para pescar con el
fin de nutrir a su familia y amigos. Respetaban mucho la vida del mar y no
tomaban más allá de lo necesario. Les disgustaba aquellos pescadores que
tomaban la vida del mar solo por deporte
y crueldad. El padre de Santiago siempre
les enseño a sus hijos a respetar y honrar la vida y el muchacho lo practicaba
en su vida personal.
Lucia sentía pasión por la
siembra y tenía un huerto encantador en
las áreas verdes de la casa. No faltaba comida en casa. Siempre tenían
cosecha de tomates, pimentones, cebollines, papas y muchas leguminosas. Ambos
hermanos tenían bellas aficiones. Mientras Lucia sentía pasión por la siembra y
compartía su amor con la naturaleza, Santiago le encantaba todo lo que acontecía
en el universo como a todos los fenómenos celestes y a la energía del mar.
Sabía que existía vida en otros
planetas pero ¿Cómo serían? ¿Serian como nosotros? ¿Existiría otras formas de
vida presentes en el espacio? Debería ser increíble conocerlas.
Sin embargo, él le parecía que su
amable planeta tenía tanta magia. Había tanta conexión entre los seres vivos.
Los pájaros eran felices en sus árboles y volaban libres por los aires. Los
insectos beneficiaban al medio natural equilibrando las necesidades de la
naturaleza y eliminando plagas. Los animales iluminaban el medio natural
mostrando amablemente al hombre su diversidad de vida y el medio marino tenia
tantas formas de existencia.
Solo el humano no comprendía esa
conexión. Ese bello acto de amor que poseían todos los seres vivos unos con
otros. Inclusive su hermana Lucia le hablaba a sus plantas y ellas le sonreían
brindándoles los mejores frutos y vegetales. ¿Por qué la mayoría de las
personas no lo veían?
Inclusive el sol y la lluvia
tenían su propia magia cuando mágicamente aparecía posteriormente un bello Arcoíris.
Santiago había tenido la fortuna de presenciar varios sin embargo había sido
testigo de uno después de una noche tormentosa. Su familia pensaba que esa
noche su padre no volvería a casa. La lluvia era interminable. Al amanecer, el
muchacho pudo percibir un bello Arcoíris en forma de Aureola alrededor del sol.
Allí supo que su padre regresaría a salvo a casa.
-No se preocupen. Veremos pronto
a nuestro padre-
-¿Cómo puedes estar tan seguro?
¿Cómo va sobrevivir padre de esa terrible tormenta?- dijo su hermana
- Ojala sea cierto Santiago.
Estoy realmente preocupada- dijo su madre con lágrimas en los ojos.
-Miren este bello Arcoíris. Es
Dios que nos brinda una señal de esperanza-
-Tu siempre tan positivo-dijo su
hermana.
Sin embargo a las dos horas
apareció su padre en casa sonriente como si no hubiese pasado nada.
-¿Cómo es posible que hayas
sobrevivido de esta terrible tormenta?- dijo su
madre abrazándolo con mucho cariño.
-Tuvimos ayuda. Una bella ballena
nos mostró camino- dijo su padre sonriendo.
-Eso si es extraño. En estos
mares no hay ballenas- dijo su madre.
-Si. Apareció de la nada. La seguimos. Estábamos mojados y con mucho frio, y sin embargo decidimos acompañarla Total, nos trajo a casa-
-Me alegro muchísimo.
Indudablemente hay mucha magia en el mar- dijo su hermana
- No solo eso. Ellos conocen el
corazón de las personas. Ellas sabían que padre siempre ha respetado la vida
del mar y seguro por eso decidieron ayudarlo. Todos los animales sienten e
incluso perciben los sentimientos de las personas. Dicen que las ballenas son
mágicas como los delfines. Por eso ayudan en ocasiones a la humanidad-
-Tú siempre con tus ideas. Pero
sigue así hijo con esos sentimientos tan nobles. Toda forma de vida debe ser
respetada-
Santiago se percató también de
que el Arcoíris no solo había salvado a su padre sino también le había otorgado
un bello mensaje. Por lo menos eso lo sentía su corazón.
El muchacho amaba al mar y a toda
vida que habitaba en el. Desde las algas minúsculas que
habitaban en las profundidades hasta las enigmáticas ballenas. Tenía la
certeza de que había una conexión entre la energía del Arcoíris y las Ballenas
pero no sabía cuál era el vínculo.
Siempre había pensado que coexistimos en un universo de
colores. La naturaleza es un reflejo de ella y cada color tiene un significado.
A él le gustaba mucho el azul porque lo relacionaba con el mar y todo en lo que
en el habitaba. Nunca se había puesto a pensar si la energía de las ballenas y
los bellos sonidos que emitían tenían una cierta relación con los colores del Arcoíris.
Era una idea descabellada ya que el Arco Iris aparece nada más cuando hay un
cruce entre la lluvia y el sol.
La pasión de Santiago por el mar
lo convirtió en un gran marinero. Sabia donde se encontraba los mejores peces
para el consumo humano, pero jamás revelo la ubicación de los corales que se
encontraba en alta mar y el maravilloso mundo que existía en él. Lo descubrió
por casualidad. En el habitaban hermosos cardúmenes de peces de vistosos
colores, caballitos de mar, estrellas, y algas de singulares formas. Nunca había
visto algo así. Eran de enigmáticos
colores y parecían que tuviesen vida inteligente y sentimientos. Al tocarlas
con cariño se deslizaban de un lado de otro emitiendo bellos susurros y tonos
musicales. Qué mundo tan maravilloso. Ese era su secreto. Era demasiado
hermoso. El hombre todavía no estaba preparado para descubrir, respetar y amar
esa maravillosa vida.
Sin embargo su curiosidad por las
enigmáticas ballenas siempre estuvo presente en su corazón. ¿De dónde vendrían esos fantásticos animales?
¿Cuántas especies existirían? ¿Por qué producían ese canto tan hermoso? ¿Querrían
darnos un mensaje a los humanos o todavía estamos tan sordos para no
escucharlas? ¿Qué conexión tendrían con los colores del Arcoíris? Todas esas
preguntas se la hacia Santiago. Le hubiese gustado estudiar Biología Marina,
pero era muy cara y no podría costeársela. Hay otras formas de aprender. El mar
era su escuela y todo lo que experimentaba
en sus travesías era maravilloso.
En su tiempo libre se construyó
su propio velero. Era una pequeña fragata singular. La había pintado de color
azul y la tela de la veleta la había diseñado con un bello Arcoíris y un sinfín
de estrellas. Su hermana le parecía que era muy original y le sugirió ponerle
un nombre, así que Santiago la llamo Estrella Veloz.
Santiago y Estrella Veloz se
hicieron grandes compañeros de viaje. El muchacho se había recorrido toda la
costa pero nunca se había atrevido adentrarse en alta mar lejos de los suyos.
Sus padres se habían dado cuenta
del amor que tenía el muchacho por el mar pero también se habían percatado que
su hijo no se había atrevido a irse muy lejos para no dejarlos a ellos solos ya
que las ventas de pescado eran muy buenas debido a que él conseguía los mejores pescados de la costa.
-Hijo. A veces es bueno perseguir
los sueños- le decía su padre
-¿A qué te refieres? Tengo todo
lo que deseo aquí-
-Sabemos de tu pasión por las
ballenas. Podrías aprender un poco más de ellas. Tal vez tengan algo que decirte-
le decía su padre.
-Tendría que irme muy lejos-
-Deberías…- le dijo su hermana.
-Y cuando descubras más acerca de
ellas nos podrás relatar tu aventura
cuando vuelvas de regreso a casa- dijo su madre apoyándolo.
-Tienes ya bastante experiencia.
Nunca te has perdido en tus travesías y eres un muchacho muy sensato. Sabes lo
necesario para un gran trayecto. Solo tienes que arriesgarte. Puede ser una
gran experiencia de la cual podrías aprender mucho- dijo su padre con cariño.
Así fue que Santiago decidió
zarpar a los profundos mares de La Patagonia y decidió prepararse para ello.
Trabajó muy duro para costearse semejante excursión. La travesía involucraba
llevarse gran reserva de alimento. Sin embargo soñaba hacer contacto con las
Ballenas. Sentía que podía aprender mucho de ellas.
Se preparó por varios meses y
acondiciono muy bien a Estrella Veloz para resistir el viaje.
Llego el día y su corazón saltaba
de emoción. ¿Cómo sería La Patagonia? Dicen que es una tierra hermosa y con
grandes bendiciones naturales. Se despidió de su familia con un gran abrazo. Sabía
que los iba a extrañar mucho. Nunca se había separado de su familia pero sabía
que valía la pena.
Las primeras semanas fueron bien
ligeras. El mar le respondía con calidez y no había sombras de tormenta pero a
medida que se adentraba en los mares fríos, el clima cambiaba totalmente. En
ocasiones amanecía con lluvia y se calmaba
a medida que se acercaba en la tarde, pero mientras más se adentraba más en las aguas del Atlántico
Sur el frio era más inclemente. Sabía que estaba cerca de encontrar a sus
amadas ballenas pero la niebla y la
lluvia no lo tenía muy orientado. ¿Qué podría hacer? Se sentía perdido.
En lo más profundo de sus
pensamientos pidió al Universo que lo ayudara. Las estrellas nunca le habían fallado.
Fue una noche intensa. No dejaba de llover y al amanecer se pudo percibir los
primeros rayos de sol. Santiago estaba exhausto. Se froto los ojos y percibió
con sorpresa una bella sorpresa un bello Arcoíris con intensos colores en el cielo. Era
espectacular. Todo esto era buena señal. A la lejanía le pareció escuchar sonidos.
¿Serían las ballenas? Santiago estaba emocionado y su corazón palpitaba con
fuerza. Lo que vio lo dejo totalmente impactado.
Ante él se encontraba una ballena
gris de gran tamaño con sus pequeños cachalotes. Sus ojos se encontraron y al
parecer se estableció una conexión maravillosa entre ellos. La ballena les
cantaba amorosamente a sus pequeños. “Que amor tan grande”. Los pequeños le respondían
con pequeños sonidos. Era una melodía de gran energía.
El cetáceo volteo la mirada hacia Santiago emitiendo
sonidos bellísimos. El muchacho se acercó cerca de ella con cautela dirigiendo
con destreza su embarcación. No podía creer lo que percibía sus ojos. La piel
de la ballena estaba escarchada y brillaba a la luz del sol y a el pequeño cachalote
también le brillaba la piel pero con un tono azulado. No sabía que las ballenas
eran tan bellas. Sin embargo sus ojos emitían un dejo de tristeza. ¿Qué le pasaría?
Esa tristeza llego a lo más profundo de su ser. Empezó a oír un conjunto de
tonos musicales interiormente dentro de su cabeza. Nunca había experimentado
algo así, pero no estaban llenos de vida. Era como si quería comunicarle algo.
Puso atención escuchando con su corazón, y entonces comprendió. Ella le estaba
transmitiendo una gran angustia. Su especie estaba en peligro y el humano no se
había percatado totalmente de como los mares iban a cambiar si no se adquiría
consciencia del respeto que se debía tener a todas las formas de vida. Ellas
eran mensajeras y protectoras de los mares pero si desaparecían como iban a
seguir ayudando.
Santiago toco a la ballena con
mucho cariño comunicándole que no se preocupara que él iba a cambiarlo. Era como si se entendieran mutuamente. La
ballena lo invito a que lo siguiese y se encontró con una gran cantidad de
ballenas. Todas brillaban ante la luz del sol de diversos colores. Parecían los
colores del Arco Iris. El muchacho paso meses compartiendo con ellas y ya era
capaz de descifrar su lenguaje. Ellas le contaban sus secretos y le relataban
que vendría un cambio para el planeta y que el debería ayudar enormemente para
que la humanidad no se perdiera.
Llego el momento de la despedida.
Santiago sabía que tenía que regresar. Su corazón le pertenecía a ese maravilloso espíritu cetáceo. No podía defraudarlas.
Iba a efectuar ese cambio. A pesar de que las aguas estaban muy frías, el regreso
a casa no fue tan duro. El clima fue
relativamente ligero. Si bien hacia frio pero eran por los mares de la Patagonia.
En ocasiones sentía la sensación de que las ballenas y su maravillosa luz lo protegían.
Al llegar a su casa sus padres lo
abrazaron con alegría.
-¿Cómo te fue? ¿Viste a las
ballenas? ¿Cómo son? – Le preguntaba su hermana con impaciencia.
-Son espectaculares y con un gran
corazón. Aprendí mucho de ellas. En ese tiempo que compartí con ellas me
percate como hemos abandonado al océano e irrespetando mucho de sus formas de
vida. Todas las formas de vida son magníficas-
-Eso es cierto hijo. No todos
perciben ese amor que tienes por el mar-
-He estado pensando en eso, y eso
hay que cambiarlo. No podemos seguir tan insensibles a nuestro entorno-
-¿Qué quieres hacer?-
-En el tiempo que pase navegando
en las noches escribí acerca las
ballenas y lo que quieren decirnos-
-¿Y, averiguaste algo?- pregunto
su padre que tenía también sensibilidad por la vida marina.
-Hay que sembrar consciencias. Y
la única forma es enseñando-
-Hay una escuela cerca de aquí. Podrías
hacer contacto con los docentes- dijo su hermana
-No tengo estudios de docencia
pero podría empezar con actividades sencillas-
Fue así que Santiago se acercó a la
Escuela municipal del pueblo. A la directora le encanto la visita del muchacho.
Pocas veces venia un marinero a
visitarlos. Había oído que el muchacho se había embarcado a una expedición a la
Patagonia y quería saber todo lo referente a ello. Santiago le dijo que tenía
una propuesta de educación ambiental en el área marina. Que le gustaría enseñárselos
a los niños. Podría ir un día a la
semana y pienso que los chicos lo aprovecharían.
La directora le encanto. Había
mucho descuido en educación ambiental. Se habían ejecutado proyectos pero no había
prosecución. Y fue así como Santiago asistía una vez a la semana y realizaba
juegos con los niños de ecología, obras de teatro con temas ambientales y por
supuesto les relataba las historias de sus amigas las ballenas.
La asistencia a la escuela de Santiago dio grandes frutos. Esos niños
crecieron con gran consciencia ecologista brindando luz verde a su entorno y un
gran amor por la vida marina. Con el tiempo,
él se llevó a un grupo de sus estudiantes en su fragata y les mostro la gran
diversidad de vida que hay en el mar y como cuidarla. La experiencia llego
inmensamente a los muchachos, y muchos de ellos en el futuro se convirtieron en
grandes defensores del ambiente natural produciendo grandes cambios en muchas
consciencias.
Nunca olvido esa maravillosa
experiencia con las ballenas. A veces sueña con ellas y como nadan libremente
por los mares vistiéndo el paisaje
marino con radiantes colores. Entonces se percata que se encuentran felices y él
se encuentra satisfecho consigo mismo porque logró un cambio ecológico despertando
consciencias a través de la enseñanza.