Carlos y María les gustaba cruzar el bosque después de la Escuela. Era todo
una aventura. Siempre había algo que ver. María sentía afición por observar las
flores silvestres que crecían cerca de los árboles gigantes. Eran de gran
altura con un grosor en el tronco jamás
visto por el hombre. Los abuelos de María decían que eran más antiguos que la
misma humanidad. La muchacha también conocía todas las hierbas medicinales
necesarias para cualquier dolencia. En su familia no le gustaba el uso de
antibióticos. Decían que su uso frecuente enfermaba más al paciente, así que se
curaban con hierbas medicinales y en su
pueblo ningún habitante había enfermado gravemente salvo una herida o una
mordedura de algún animal.
María a escondidas de su maestra llevaba un registro del nombre de todas
las hierbas y uso para cualquier dolencia y dibujos de todas las flores
silvestres. Decía que la naturaleza tiene muchos secretos y es tan generosa
porque siempre está dispuesta ayudarnos. Con las hierbas preparaba infusiones,
gotas medicinales e ungüentos para aliviar cualquier picadura.
En cambio Carlos se conocía el
nombre de todos los insectos ¡Qué asco!
No sé cómo podía tocarlos y meterlos en esas cajitas para después estudiarlos.
En el fondo le daba lastima esos pobres bichos. Ellos tenían su hábitat natural
y sabía que su existencia beneficiaba a otras especies en el bosque. Sin
embargo, ella quería mucho a Carlos y no quería herir sus sentimientos, pero un
día agarraría esas cajitas y las botaría al bosque cuando él se descuidara.
Pobres animaluchos, pensar que los científicos los estudian y los clavan en
alfileres en libros.
Ese día había un sol radiante y la luz brillaba más que nunca en las copas
de los árboles.
-No nos mandaron mucho trabajo en la escuela. Podemos quedarnos más tiempo
en el bosque. Hay una madriguera que
tiene conejitos. Podríamos escondernos y observar a esos chiquitines- dijo
Carlos
-Perfecto- respiro aliviada María pensando que le iba proponer observar
algunos escarabajos.
-Vamos a descansar debajo de esos árboles y comer. Todavía me queda un poco
de sándwich-
-yo no tengo nada- dijo María desconsolada
-Yo te doy la fruta. Además allá hay un riachuelo y podemos tomar agua
fresca-
Ambos niños descansaron y se dirigieron al riachuelo y saciaron su sed.
-Mira María. En el cielo- dijo Carlos a su amiga.
- ¿Qué hay en el cielo? Yo no veo nada-
-Allá, cerca del sol. Parecen unos cometas de colores-
-Que imaginación tienes- dijo María riéndose.
Carlos indignado jalo a su amiga por la camisa para que se fijara con
detenimiento.
-Allá- dijo señalando al cielo
-Ten cuidado. No mires al sol. Te puedes hacer daño a los ojos-
-Se dirige hacia las colinas- dijo emocionado Carlos
Efectivamente parecían unos cometas e iban cambiando de color a medida que
se alejaban.
-¿Qué crees que sea?- pregunto curioso Carlos.
-Es realmente muy extraño. Nunca había visto nada parecido.
-¿De dónde provienen?- pregunto María
-Parece que vienen del sol- respondió su amigo.
-Es realmente un misterio. Mi abuela dice que un día habrá señales en el
cielo porque la Tierra se va desplazar en otra dirección-
- Yo no haría mucho caso. Son cuentos de viejos - dijo su amigo
despectivamente.
Ella dice que sus antepasados afirmaban que llegara el día que la Tierra se
va desplazar en otra dirección y se iniciaría con el tiempo una era de paz,
pero no iba ser fácil porque los humanos pasarían por pruebas muy duras antes
de ello.
-Me estas asustando. ¿Qué pruebas? Pensando en catástrofes naturales
-No seas tonto. No va ser el fin del mundo. Parece que va ser una era de
cambio. Nosotros no tenemos por qué preocuparnos. Al parecer los que van a
sufrir más son aquellos que no saben compartir y no entienden cómo ayudar a sus
vecinos. De eso se trata. Que la humanidad aprenda a convivir respetándose unos
a los otros-
-Todo eso lo dijo tu abuela- pensando que no iba ser egoísta y le iba a
prestar más seguido su pelota a su vecino.
-Sí, pero son historias viejas. Nada es seguro-
-Vamos hacia las colinas para observarlos más de cerca- propuso Carlos
-No te parece que es poco prudente- dijo María temerosa.
-No seas miedosa. No nos vamos acercar mucho. Yo quiero averiguar que son-
Ambos niños fueron corriendo hasta llegar a la colina. Pudieron divisar
como los pequeños cometas como los había llamado Carlos se perdían hacía en el
cielo. Ambos oyeron voces y se escondieron rápidamente detrás de un Cedro.
Ambos estaban sorprendidos con lo que vieron. No eran cometas. Pudieron divisar llamas de diferentes
colores y estaban discutiendo.
-¿Cuántas veces tengo que decírtelo Escarlata? No debemos aterrizar en la
Tierra. Podemos desplazarnos en el espacio cerca de Solecito, pero jamás
aterrizar en la Tierra. Nos pueden ver-
- ¿A qué se debe el mal humor? Seguro es porque llegue primero- dijo
desafiante
-Y si nos ven los humanos ¿Qué haremos?- respondió
- Por cierto, ¿Dónde está Plateada?- dijo Escarlata preocupada.
-Seguro que se topó con los árboles y se escondió. Ya sabes que le gusta
convertirse en círculos plateados. Le encanta la energía de los árboles-
Efectivamente los niños observaron un Cedro lleno de círculos plateados en sus
ramas ¡Que bellos! Brillaban emitiendo una luz asombrosa.
El viento empezó a resoplar y la brisa toco ligeramente a los niños. Carlos
no pudo aguantar y estornudo.
-¿Qué es eso? ¿De dónde proviene ese ruido? Lo que nos faltaba. Hay humanos
cerca- dijo Azulejo.
- De repente son amigables. Eres muy desconfiado- dijo escarlata moviéndose
de un lado a otro.
-Ahora estamos perdidos. Los últimos humanos que nos vieron formaron un escándalo
terrible y tuvimos que agarrar vuelo rápidamente hacia el Sol y no nos podemos
ir todavía hasta que se oculte nuestro amigo en las montañas-
Carlos le parecía todo tan divertido y tan gracioso. Se estaba imaginando
los hombres huyendo de unas llamas volátiles. La idea de pensar en eso le dio
mucha risa.
-Salgan de allí quien quiera que sea-
Los niños salieron tímidamente de su escondite y observaron las llamas de
colores con curiosidad.
Escarlata los vio atónitos. No gritaban por el contrario solo se reían.
-Azulejo. Son solo niños. No va pasar nada. No seas tan desconfiado.
-¡Hola! Saludo tímidamente Carlos
-¿De dónde vienen ustedes? Son muy bellos. Me encantan sus colores- dijo
amablemente María.
- En serio- dijo Escarlata moviéndose coquetamente.
- Y se transforman al pasar por los árboles. Es increíble- dijo María
sorprendida
-Eso lo hace nada más plateada-
-Venimos del sol. Cuando los rayos son más fuertes nos gusta pasear por el
cielo-
-Son como cometas- dijo María impresionada
-No. No provenimos del espacio. Vivimos cerca de ustedes. Nos gusta mucho
su planeta, pero poco humanos nos ven- dijo Escarlata.
¿Y, hay más de ustedes viviendo cerca del sol?- pregunto María curiosa
-Muchos más- dijo Azulejo amablemente observando que los niños eran
confiables.
-Sin embargo no nos dan permiso presentarnos mucho a los humanos. Son tan
impredecibles- dijo Escarlata
-Además nos gusta la energía de los árboles. Tienen tanto amor, así que nos
gusta transformamos y descansar un rato en sus ramas hasta viajar de vuelta a
casa-
-Esto es increíble. Que lastima que pocos lo sepan. Imagínate no solo
convivimos con plantas y animales sino también con cometas amigos- dijo Carlos
emocionado.
A Azulejo le hizo mucha gracia de que lo llamaran Cometas amigos y se acercó
gentilmente a los niños.
-¡Que calor! Casi me quemo- dijo retrocediendo María.
-Disculpen. Es que procedemos del Sol y por eso no nos acercar mucho a ustedes-
-Entonces mi abuela tenía razón- dijo María pensativa
- ¿Qué dijo?- pensando Escarlata lo peor
-Dijo que aparecerían sucesos nunca vistos en el cielo-
-Es cierto. Ya es hora que los humanos sepan de nuestro presencia y
nuestros primos las esferas- dijo Azulejo arrepintiéndose un poco al dar esa información
a los niños.
-¿Dónde están esas esferas? –Pregunto Carlos curioso
-A veces en los árboles y en sucesos en donde las personas están felices-
dijo Escarlata.
-Son muy alegres. Les gusta la dicha y alegría, y les encanta como celebran
los humanos cumpleaños, y como se divierten. A veces se les presentan a
personas especialmente sensibles-
-Es cierto. Mi abuela dijo que cuando era niña había visto esferas azules grandísimas,
pero ella lo tildo de Ángeles-
-Son sus guardianes- respondió rápidamente Plateada que se había
transformado otra vez en un pequeño cometa.
- Tengo una idea. Voy a escribir una historia acerca de ustedes. Dibujo muy
bien no es que quiera ser presumida- dijo sonrojándose María.
-Estará la humanidad preparada para saber de nosotros-
-Si lo relato como un cuento dirán que es producto de mi fantasía. Les parecerá
divertido, y cuando aparezcan más de ustedes no se asustaran tanto- dijo María.
-No podría ser mejor idea- dijo Carlos entusiasmado.
-Nuestra familia aparecerá pronto así que tendrás que apresurarte- dijo
Plateada.
-De todos modos todos somos una gran familia porque tenemos lazos con la
Tierra- dijo Azulejo.
-¡Qué maravilla!-dijo Carlos imaginándose todos esos seres desplazándose en el cielo y la percepción de
esas enigmáticas esferas.
-Todo eso que estás pensando ocurrirá- dijo Plateada
-También me lees la mente- dijo Carlos ensimismado
-No, solo los sentimientos y afectos-
- Escarlata. Ya va atardecer. Tenemos que irnos. Fue un placer conocerlos – dijo Azulejo tocándoles la cabeza. Ambos niños se
tocaron la cabeza. No les dolió mucho. Era más que todo como un cosquilleo y se
despidieron amablemente de sus nuevos amigos.
En cuanto fue atardeciendo los niños vieron cómo se elevaban dirigiéndose hacia
el Sol
-Esto fue increíble. Fue más divertido que ver los Conejos y cazar
escarabajos- dijo Carlos.
-Podrías buscar otra afición. Esos pobres bichos tienen su hogar- dijo María
con tristeza.
-Pero, me encantan los insectos. Además así ayudo a las personas para
explicarles cuales son peligrosos y aquellos que son inofensivos-
-Te entiendo, pero puedes estudiarlo aquí en el bosque. La naturaleza te lo
agradecerá- dijo en su defensa María.
-Tienes razón. No tengo porque meterlos en las cajitas, pero no dejaré de
observarlos-
-A mí me encanto conocer las cometas. Tengo bastante material para escribir
y pintar-
-Sí, fue muy divertido- dijo Carlos
Con el tiempo ambos niños crecieron, pero nunca se olvidaron de su aventura
en el bosque. En ocasiones cuando se
oculta el sol pueden divisar sus amigas cometas otra vez. Ahora que son mayores
concuerdan que son energías que siempre han estado con nosotros pero la
humanidad no los ha descubierto.
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