Frondoso no podía ser más dichoso. Vivía en un
hermoso vecindario vestido con bellas Margaritas y cercano a sus queridos
hermanos Rosita y Dorado. Él era un joven Samán de gran altura albergando en
sus ramas Ardillas, turpiales y una gran bandada de periquitos silvestres.
Rosita era una bellísima Apamate que se vestía de color lila en el mes de Mayo
y Dorado un coqueto Araguaney que adornaba el vecindario de
color amarillo durante todo el año.
Él y sus hermanos se saludaban todas las mañanas
con gran alegría y a todos los animales que habitaban en sus ramas como también
a aquellos seres misteriosos que aparecían cuando Solecito brindaba sus
primeros rayos en la mañana. El vistoso Samán los conoció desde que era un pequeño
árbol sembrado por los niños de una escuela. Sabía que eran familia de Solecito
y se vestían de esplendidos colores en todas las plantas. Sin embargo los
humanos no los conocían. Frondoso los amaba tanto. Era una gran dicha tenerlos
cerca. Los humanos estaban interesados más en descubrir vida en otras galaxias
y planetas ignorando las bendiciones y otras formas de vida presentes en el
suyo.
También aparecían en el cielo cuando el sol
iluminaba con mayor fuerza el día. Vestían el cielo con estrellas plateadas que
deslumbraban a todo aquel que osaba
verlos. Sus hermanos no tenían tanto interés en conocerlos. Sabían de su
presencia y los respetaban. En cambio la curiosidad de los humanos era
ilimitada. Menos mal que habían permanecido en secreto para ellos. Estos tenían unos
ojos tan delicados que podían deslumbrarlos.
Frondoso sabía también de la preocupación de su
querida Gaia. El planeta había estado sujeto en un inmerso sueño escondiendo a
los humanos sus más misteriosos habitantes, pero ella estaba cambiando. Se
estaba moviendo en otra forma alrededor de Solecito, y al despertar los humanos
también tendrían que hacer lo mismo, pero aquello era una tarea difícil. ¿Por
qué buscaban vida en otros universos? Si había tanta vida en su propio planeta.
A veces Frondoso pensaba que estos eran muy obstinados y ciegos sin percatarse
de la gran vida que había a su alrededor.
Frondoso sabía desde el fondo de su corazón que a
medida que los humanos desarrollaran más sensibilidad a su entorno estos aparecerían
y se darían a conocer. Muchos humanos habían hecho tanto por el planeta y
salvado muchas especies preocupándose también por la salud del planeta, y ello lo llenaba de esperanza. Pero, ¿Cómo se comunicaría con ellos? Ellos creían que
eran los únicos que tenían lenguaje. Que equivocados estaban. Sus hermanos se
comunicaban por ondas electromagnéticas alertando a sus otros amigos cuando había
peligro cerca y la familia de Solecito los ayudaban.
Rosita tenía un secreto. Ella recibía la visita de
una pequeña niña todos los días. No llegaba a diez años. Saludaba a Rosita todas las mañanas y sembró alrededor
del coqueto Apamate vistosos Lirios, y
Margaritas. El entorno del bello Apamate era cada vez más colorido.
-Y ese bello Jardín- le pregunto un día con
sorpresa Frondoso
-Me los hizo mi amiga María-
- ¿Las pequeña abejita ?- preguntó Frondoso con
Sorpresa.
- No, es una pequeña niña. No es igual a los otros
niños y adultos. Nos quiere y nos
defiende a capa y espada. No permite que ningún otro humano se suba a nosotros
buscando a nuestros pequeños periquitos para enjaularlos en esas prisiones en
sus casas.
Dorado los escucho con ciertos celos. También quería
un bello jardín como aquel que tenía su hermanita más pequeña.
-Esa humana va crecer y se va olvidar de ti- dijo
Dorado hiriente.
- Puede ser cierto, pero es nuestra oportunidad de
comunicarnos con los humanos. Tal vez si
nos escucha nos decora con esas bellas flores-
-Y crees realmente que nos escuchará- pregunto Dorado.
- Es una chica muy sensible. Tal vez descubra que
nosotros nos comunicamos entre nosotros y las vistosas flores.
-Buena suerte Frondoso-
La niña descubrió un día que cerca del vistoso Amapate
habían otros árboles, así que decidió decorar y sembrar a su alrededor. Dorado estaba tan feliz. No lo habían olvidado.
Como gratitud se vistió de gala con vistosas flores amarillas.
Frondoso observo la actitud amable de la pequeña y
se le ocurrió una idea. Le mostraría sus amigos solares. ¿Los vería? Tenía
dudas pero valdría la pena intentarlo.
Un buen día la chiquilla llego temprano a la mañana
y rego las flores como a los árboles. Saludo a los animales como a las plantas y
de repente se percató de la presencia de focos de luz cerca de las ramas.
-¡Que bellas son ustedes! Nunca había tantas
florecitas de colores que brillaran a la luz del sol. Qué mundo tan maravilloso
existe en las plantas.
-La niña los puede ver. Esto es increíble- dijo
Dorado.
La pequeña tomo un cuaderno de dibujo y lo gráfico. ¿Qué hare? Nadie me creerá. No importa. Tal vez construya una historia con ellas.
María venia todos los días a saludar a sus amigas
solares. En ocasiones se vestían de multitud de colores e incluso descubria algunos
nuevos que desconocía.
-No se vayan a desaparecer. Son muy lindas e
impactantes. No las miro muy de cerca porque me pueden hacer daño a los ojos.
Que lastima que los adultos no valoren todo aquello que se encuentra cercano a
nosotros.
Sin embargo no se olvidaba de los árboles. Sabía
que le gustaban las flores que las acompañaban ya que siempre se vestían de
flores radiantes. En ocasiones sentía que ellos la comprendían y entendían sus
sentimientos hacia ellos.
En su comunidad muchos se encontraban preocupados
por el medio ambiente así que organizaron un evento artístico infantil para
publicar una historia en la revista ecológica: “Todos somos importantes” Debería
ser original, creativa, y que brindara un mensaje positivo en beneficio del medio
ambiente.
María paso horas en su habitación diagramando y
escribiendo la historia. Las llamo las flores mágicas.
La competencia fue muy dura. Había muchos
talentos. Sin embargo la niña logro llegar en primer lugar y su historia se publico
en la renombrada revista.
Por supuesto no se olvidó de sus amigos y le
relato la historia que había escrito dándoles las gracias por tan bella oportunidad.
María disfrutaba mucho de la compañía de ellos por
lo que pasaba horas leyendo y estudiando
cerca de ellos, no en su aburrida habitación. Cuando se despedía le daba un
abrazo a cada árbol en el tronco sintiendo mediante ello una bella vibración y sonidos que la hacían feliz, y por
supuesto las amigas solares se vestían cada día ante ella de radiantes colores.
-No las voy olvidar nunca. Siempre serán mis
amigos- decía siempre despidiéndose.
Con el tiempo María creció y se convirtió en una
gran escritora de renombre pero su obra más famosa fue siempre acerca de sus
flores mágicas. Mejoró la obra y le dio una perspectiva ecologista e
espiritual. Millares de personas la admiraban. Muchos le preguntaban qué o quién
la había inspirado.
-Las flores solares. Se encuentran en las plantas
y en todo aquello que tenga vida. Lamentablemente nadie lo ha descubierto.
Nuestro planeta es tan bello. No hay necesidad de ir al espacio para descubrir
otros horizontes. Tenemos tantas bendiciones en nuestro planeta, por ello debemos cuidarlo más que
nunca.
María no se conformó con ser escritora. Quería
dejar un legado. Así que visitaba a las escuelas. Les leía sus historias e
invitaba a los niños a conocer a sus amigas solares como a mostras a los chicos
como cuidar el medio ambiente.
Frondoso, Dorado y Rosita todavía permanecían firmes rodeado por las flores que María había
sembrado y cuidado desde pequeña.
En muchas charlas María afirmaba: “Tenemos que
empezar por la infancia para establecer los cambios. Muchos de nosotros ya
hemos vivido pero ellos son nuestra esperanza para construir un mundo mejor. Además
tenemos que escucharlos porque dentro de cada idea infantil, hay un gran potencial por lo que es necesario
orientarlos. Si no fuera por el contacto que tuve en mi infancia por la
naturaleza no hubiese logrado nada de lo que soy ahora. La naturaleza nos pide
que prestemos atención a sus mensajes. No solo es cuidar, preservar sino también
convivir. Todo se conquista con amor y también debemos dar el ejemplo nosotros
mismos porque allí es donde se efectuara la transformación”
Con el tiempo todo fue cambiando. Frondoso y sus
amigos pensaron que los humanos merecían una oportunidad y todo fue gracias a
esa pequeña niña que supo escucharlos, y a las flores solares.
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